Desde Alfredo DiStéfano no ha habido otro igual.
Sus galopadas, su lucha y casta en el terreno de juego y su instinto asesino de cara al gol lo han inscrito a fuego en la historia del Real Madrid.
Ni dos días duraron las acusaciones de aquellos que como gurús preveían que Cristiano marcaría un antes y un después en el Real, tachándolo de chulo, prepotente, poco profesional y juerguista, como poco.
179 goles en 178 partidos. Uno de los pocos que, como decía Santiago Bernabéu, manchó la camiseta blanca con sudor, barro e incluso de sangre, pero nunca de vergüenza.
Su espíritu luchador transmitía a los madridistas, que tantos y tantos jugadores han visto pisar el césped del Bernabéu, los valores que identifican a este club. Lucha, casta y honor.
Ha sufrido campañas escalofriantes de parte de periodistas, de aficionados e incluso de jugadores y presidentes, que, a sabiendas de que luchar contra el poderío y la grandeza del portugués era imposible, lo descalificaban para tratar de minimizarlo.
Ni los "Messi, Messi", ni los "Ese portugués..." han frenado la carrera histórica y triunfante del guerrero blanco que como Atila, por donde pasaba no crecía la hierba.
Conquistó con un testarazo de ensueño una Copa del Rey contra el Barcelona después de 18 años, nos deleitó con decenas y decenas de goles batiendo récords centenarios y combatió triunfante en batalla en campo enemigo haciendo posible la mejor liga de la historia de nuestro fútbol.
Potencia, calidad, salto, velocidad, rapidez, gol, pase, tiro, faltas, con la zurda, con la diestra, con la cabeza, con el hombro, de tacón... Increíble.
Y hoy cumple años. 28 nada mas y nada menos.
Ojalá siga años y años con nosotros, porque ver a este jugador en un terreno de juego es disfrutar de un fútbol con mayúsculas.
Parabéns, Cristiano.
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