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  1. El madridismo se desencadenó

    sábado, 16 de marzo de 2013

    En una fría y oscura cueva yacían miles de seres.
    Atados de pies y manos, prisioneros desde su nacimiento con cadenas de forma que sólo podían mirar hacia una de las paredes de la caverna con total inmovilidad, percibían que en el fondo del lúgubre lugar se proyectaban imágenes y objetos que visionaban todos los habitantes cavernícolas, que, imposibilitados también a cualquier alternativa, consideraban como verdad todo aquello que veían.
    Día tras día observaban todas aquellas imágenes que algún enigmático e interesado ser proyectaba haciendo que los prisioneros creyeran que ésa era la vida. Que ésa era la única verdad. El único camino.

    La tétrica escena se repetía a cada segundo.
    Un día, uno de los seres se desencadenó. Harto de conformarse con aquella doctrina, se liberó e intentó buscar una alternativa.




    Débil y exánime, escudriñó toda la cueva en busca de una salida, de una disyuntiva en la que él sea el único que elija cuál sea su verdad. Un atisbo de esperanza en forma de luz aceleró su corazón. Trepó una escarpada subida y salió de la atribulada guarida.
    El sol le cegó pero le permitió apreciar una nueva realidad. Todo lo que años atrás había creído como verdad, se rompía en un segundo. Mediante el razonamiento distinguió entre la verdad y la mentira. Entre el bien y el mal.
    Enérgico, bajó a la caverna para liberar a todos sus semejantes que como él tiempo atrás, seguían viendo las imágenes proyectadas al final de la cueva. Éstos, ignorantes y desconocedores, incultos y ajenos a la realidad, se reían y mofaban del libertador afirmando que la luz del sol le habría estropeado los ojos, asegurando que la única verdad era la que se apreciaba al fondo de la gruta.
    El libertador, desesperado, aguantando una masiva afronta en la que incluso pedían su muerte, partió las cadenas de varios de ellos y les empujó hacia la luz, guiando a los ignorantes hacia el conocimiento verdadero a través de la razón.

    Desde hace meses, o años, venimos viviendo escenas parecidas.
    El madridismo, harto de tanta falsedad y portando la bandera del pensamiento y la razón, se liberó de las cadenas periodísticas y morales que años atrás nos habían metido como si de la "técnica Ludovico" en La naranja mecánica se tratara.
    El aficionado blanco, ignorante, creía e incluso defendía a ultranza lo que veía día tras día en la caverna mediática. Noticias e imágenes se proyectaban en tinta a diario. Esa era la única verdad, hasta que un glorioso día, saturado y saciado de tanto desconocimiento, se liberó.




    Y no sólo se liberó, sino que se enfrentó a los que hasta ahora, le habían puesto, sin opción, una óptica completamente diferente a la verdad. 
    Siendo conscientes de la situación, los liberados se unieron y crearon diversas fuentes de denuncia, ya sean en forma de  libros, grabaciones, o de trendig topics mundiales. Además, y probablemente siendo determinante, siguieron el camino de uno de los liberados más aventajados. Un portugués que trazó un camino para ennoblecer y honrar la historia que tiempo atrás manchábamos, inconscientes de ello.


    Sólo es el principio. Pero la liberación es un paso importante.
    En la cueva, quedan todavía miles de seres que siguen creyendo la verdad que desde su nacimiento visualizan, prisioneros de ella. Liberémoslos.
    Miles de blogs, de iniciativas, de plataformas, y en definitiva, de madridistas, inician un activismo de liberación para honrar nuestra historia. Sólo así triunfaremos.
    Como el valiente prisionero de Platón, nos vemos presas de mofas, insultos, bloqueos y vejaciones personales de aquellos que, inconscientes quizás, apuestan por la oscura "verdad" que portan esos interesados y enamorados de la doctrina para conseguir sus objetivos.
    Nosotros, juntos, nos estamos liberando.
    Somos madridismo.

    Estamos en el camino.



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